Tras remediar la clamorosa ausencia de Moto Hagio en nuestro mercado editorial, Tomodomo continúa explorando la obra de esta legendaria mangaka con la antología ‘Catarsis’

Catarsis, Moto Hagio

Moto Hagio (Fukuoka, 1949) es historia viva del manga. Es una de las artistas más destacadas de lo que se denomina el Grupo del 24 (el año de nacimiento de la mayor parte de ellas, según la numeración japonesa de la era Shōwa), un grupo de mujeres que durante los años 70 del pasado siglo revolucionaron en contenido y forma los cómics para chicas, el shōjo. Prueba de ello es ‘¿Quién es el 11º pasajero?‘ (Tomodomo Ediciones, 2016), una historia de ciencia ficción pionera en mostrar el amor entre dos personajes masculinos, y que se adelantó en un año a la fiebre de la ‘space opera’ inaugurada por ‘Star Wars’. Ahora, la misma editorial presenta ‘Catarsis’, una antología que reúne alguno de los relatos cortos más destacados en los casi 50 años de carrera de la autora, y que demuestra de nuevo por qué estamos ante una figura referencial.

El tomo se abre con dos de las historias cortas más aclamadas de Hagio. La primera, ‘Mitad’, nos cuenta la dramática situación de dos hermanas siamesas unidas por la cadera, cuya mutua dependencia orgánica las aboca a una muerte segura. La segunda, ‘La niña iguana’ -50 asombrosas páginas que justifican sobradamente la adquisición del tomo-, acompaña desde la niñez a una mujer marcada por la aversión que le procesa su propia madre, hasta el punto de que visualiza a su hija como un reptil y consigue que la muchacha se considere a si misma un adefesio. Dos magistrales retratos del lado más oscuro del alma humana, en perfecto contraste con la estética preciosista del manga para chicas.

Superado este primer impacto, todavía hay diez historias más hasta completar el tomo, con costumbrismo, terror, fantasía… Variedad temática abordada siempre desde una óptica profundamente humanista y poética.

 

Imperecedera

Hagio es una de los pocos dibujantes condecorados con la Medalla del Lazo Púrpura del Emperador de Japón por su aportación a las artes. Tras leer este ‘Catarsis’, no cabe duda de que todo reconocimiento es poco. Si hasta la aparición del Grupo del 24 eran en su mayoría hombres los encargados de cubrir el nicho del cómic femenino –Tezuka, pionero en casi todo, inició ese camino-, la llegada de estas autoras no solo modificó las estructuras editoriales, sino que introdujo una perspectiva netamente femenina en la historias. Y ahí estaba Hagio para meter además “recado” social, abordando temas como el aborto, el acoso escolar o las opresivas estructuras de la familia tradicional. Necesitamos más Moto Hagio.

*Artículo publicado originalmente en la revista Z nº69