John Allison echa mano en Se ha horneado un crimen de sus ingredientes habituales y trabaja de nuevo con Max Sarin, con quien hizo grande Giant Days, pero el pastel se desinfla a media cocción. ¿Quizás no precalentó lo suficiente el horno?
Ahí van de nuevo John Allison y Max Sarin. El dúo maravilla que nos deleitó con Giant Days ha regresado a las librerías con Se ha horneado un crimen, un cómic que parodia un programa de tartas de la televisión británica, al estilo de Master Chef. Por supuesto, incluso con intentos de asesinato de por medio, la tarta que aquí nos sirven está libre del vitriolo del concurso que emite TVE. Allison retoma a uno de los personajes de su obra Bad Machinery (inédita en España), Shauna Wickle, para urdir una trama que conecta con la moda de la literatura de crímenes ‘amables’ que invade las librerías.
Shauna Wickle ha superado la selección para el programa La Carpa de las Tartas, y llega al plató con una actitud de lo más positiva, con afán de pasarlo bien, caer mejor y hacer amigos. Sin embargo, no todos los concursantes afrontan igual la competición. Alguien se la toma tan en serio que está intentando sacarse de en medio a los rivales a base de veneno. ¿Será necesario suspender la grabación y llamar a la policía? No mientras esté ahí Shauna, que ofrece sus servicios como investigadora a la producción del concurso para salvar la emisión…
Comienza así un desenfadado whodunit donde iremos conociendo a cada uno de los competidores, que responden a un doble arquetipo: por un lado, son una muestra amplia de la diversa sociedad británica; por otro, obedecen a perfiles de concursantes (la ancianita, el excéntrico, la influencer, el improbable, el problemático…) que se repiten de un programa a otro.
Televisión sin televisión
Como es marca de la casa, Allison hace gala de chispeantes diálogos, pero aquí, incluso merced al siempre buen trabajo en la traducción de Inma S. Andreu, la cosa flojea, probablemente por la acusada referencialidad al programa original y a la idiosincrasia británica. Como ya se dejó notar en el tramo final Giant Days, Allison ha ido perdiendo universalidad y atemporalidad en su escritura para ir apoyándose cada vez más en chistes referenciales que, para un público generalista y casual, son difíciles de captar. Se ha horneado un crimen tiene otro problema importante: si estamos en un concurso de televisión… ¿Dónde están las cámaras? ¿Dónde está el entramado que hay detrás de un programa? Apenas asoma un despacho de producción y una cámara a lo largo de los cuatro capítulos que componen el tomo, dejando la ambientación en un terreno difuso, en el que no se acaba de saber si los personajes interactúan dentro o fuera del plano.
Donde Allison flojea, Max Sarin resplandece. Su cada vez más notoria habilidad para el cartoon contribuye a dotar de algo de carisma y alma a un elenco coral que, con tanto personaje, podría convertirse en un caos. Su estilo de dibujo, siempre tan atractivo y fluido, es el que logra que Se ha horneado un crimen, aún a duras penas, conserve algo de ese toque especial que solo tiene el tándem Allison-Sarin, y nos mantenga expectantes ante la futura publicación en España de Wicked Things, anunciada por Fandogamia en el pasado Comic Barcelona.
Se ha horneado un crimen, de John Allison, Max Sarin, Sammy Borras y Jim Campbell
Fandogamia. Rústica, color. 112 págs., 12€
Traducción de Inma S. Andreu