Panini Manga publica en España ‘Banana Fish’, el atípico y ya clásico shôjo de de Akimi Yoshida ambientado en los bajos fondos del Nueva York de la era Reagan
La clasificación demográfica de los mangas es un tema de debate recurrente: ¿Son una etiqueta útil o una barrera para los lectores más prejuiciosos? En Japón, lo que determina si un título cae a una u otra cesta (shônen para chicos, shôjo para chicas, seinen para hombres, josei para mujeres…) es principalmente el tipo de revista en el que se serializó originalmente. Así, ‘Banana Fish‘, que se publicó desde 1985 hasta 1994 en la Bessatsu Shōjo Comic, es oficialmente un shôjo. Sin embargo, al igual que ocurre con otros muchos mangas, este rompe alegremente con cualquier idea preconcebida sobre lo que algunos presuponen de esta clasificación: aquí hay intriga y acción a raudales, tipos muy duros y ambientes barriobajeros, en la línea de los mejores blockbusters ochenteros.
La historia se sitúa en 1985, en Nueva York. Allí encontramos a Ash, líder de una banda de delincuentes juveniles que flirtea con la mafia. El muchacho, de 17 años, cuida de su hermano mayor, un veterano de la guerra de Vietnam postrado en cama, y que regresó del frente tras sufrir un extraño episodio de locura transitoria mientras musitaba “Banana Fish”. El pandillero trata de averiguar qué se esconde tras esas enigmáticas palabras, y la pista parece revivir cuando se producen varios casos de asesinato vinculados al capo Papa Dino.
Como nos tiene acostumbrado el manga en escenarios “exóticos”, la trama requiere de la intervención de un personaje japonés para atraer el interés de los lectores locales. Aquí es Eiji, un chico de 19 años que llega a Nueva York como asistente de un periodista que quiere escribir un reportaje sobre los bajos fondos de la ciudad. Eiji se verá implicado en el peligroso juego de la mafia, pero ahí estará Ash para rescatarlo… Y es que parece que entre los dos jóvenes está surgiendo una intensa pasión.
‘Banana Fish’ es una rotunda hija de su época. Akimi Yoshida sitúa la acción en ese Nueva York ochentero y chungo reconocible por tantas películas y cómics del momento; incluso el vestuario (¡ay, esas camisa floreadas!) delata las fechas. Pero lo importante aquí no es la nostalgia, sino la trama: estamos ante una historia muy bien hilada que en todo momento mantiene el interés, con escenas trepidantes y situaciones realmente tremendas. Aunque el protagonista todavía es un adolescente, los golpes a los que se enfrenta convierten esta lectura en decididamente adulta.
*Artículo publicado originalmente en la revista Z nº80