Decía hace poco un dibujante que, mientras todo el mundo se partía la caja en el cine viendo ‘The Disaster Artist‘, él sufría ante la pantalla. Más allá del (discutible) nivel humorístico del filme, es natural que un creador lo pase mal con el visionado de la cinta de James Franco, porque tiene mucho de drama: sacar adelante una obra es una ardua tarea que muchas veces no tiene el reconocimiento que se espera. Todo esto viene al cuento de varias lecturas cruzadas con el punto en común de reflexionar acerca del oficio de autor de tebeos: ‘Diario de un álbum‘, ‘Desocupado‘ y ‘Blotch‘. Las tres, además, realizadas por dibujantes europeos, conocidos entre sí: Dupuy y Berberian, Lewis Trondheim y Blutch. Mirarse al ombligo es un ejercicio peligroso, pero conviene hacerlo de vez en cuando, y compartirlo con el público ayuda a este a entender mejor qué hay detrás de un tebeo.

‘Diario de un álbum’, de Dupuy y Berberian

Diario de un álbum‘ (edición francesa de 1994, publicado en España en 2001 por Planeta DeAgostini), realizado por el dúo formado por Phillipe Dupuy  (Sainte-Adresse, 1960) y Charles Berberian (Bagdad, 1959), es la intrahistoria tras la realización del tercer álbum de la serie ‘El señor Jean‘ – por cierto, de próxima aparición en formato integral de la mano de ECC-, titulado ‘Las mujeres y los niños primero‘. Visto desde la actualidad, este ‘making off’ en viñetas es mucho más interesante que el propio tebeo, a fin de cuentas una crónica costumbrista de los desvelos de un treintañero de los años 90; a pesar de su agudeza, sus cuitas hoy casi resuena tan inocentes y felices como un capítulo de ‘Friends’.

diario de un álbum

En ‘Diario de un álbum’, Dupuy y Berberian (Gran Premio de Angoulême 2008, retengan el dato), que en su serie trabajaban como un único hombre, se dividen de forma temporal -luego llegaría la separación definitiva, esa es otra historia- para contar cada uno cómo han vivido la creación del ‘El señor Jean’ nº3. Berberian se centra en aspectos más mundanos -compatibilizar el dibujo con viajes y familia, y vencer la eterna pereza-, pero también deja vislumbrar las dudas creativas, en su caso con un punto añadido de intensidad por ser el señor Jean casi un alter ego suyo. El caso de Dupuy es más chungo, ya que mientras trabaja en el cómic atraviesa una «dramática» crisis de pareja, a lo que se une la muerte de su madre; la narración como tal de estos tristes capítulos lleva aparejada la reflexión sobre si hace lo correcto contando estos detalles, si lo que busca en realidad es la compasión del lector.

diario

Uno de los momentos más tensos de ‘Diario de un álbum’ es cuando los autores se enfrentan a la incertidumbre acerca de si ambos proyectos -diario y tebeo- saldrán adelante. Y es que Dupuy y Berberian, que hasta entonces habían publicado con Les Humanoïdes Associés, toman una decisión arriesgada: sacar el diario bajo el sello de L’Association, considerando que la editorial independiente era la más adecuada para este trabajo. Aunque la historia ahora ya es sabida, sigue encogiendo el corazón leer el descarnado relato de las vicisitudes totalmente ajenas al proceso creativo que tuvieron que vivir los colegas: renuncia de la colorista, cambio de distribuidora, amenaza de impago, aprovechamientos comerciales dudosos… Todo un corolario de obstáculos, narrados con naturalidad y desparpajo, que muestran que la publicación de un cómic es un pequeño milagro. Una novela gráfica a cuatro manos muy recomendable.

‘Desocupado’, de Lewis Trondheim

Dupuy y Berberian se muestran dialogando sobre su trabajo con compañeros de profesión como Lewis Trondheim. Y este retrata a su vez a Berberian como invitado en su ‘Desocupado’, un paréntesis reflexivo en la intensa producción del autor de ‘Lapinot’ o ‘La mazmorra’, entre otras muchas en solitario o en colaboración. En esta novela gráfica, editada en España por Astiberri en 2008, el francés se toma unas supuestas vacaciones de 80 días para investigar, de forma nada metódica y del todo acientífica, por qué se agota el caudal creativo de los autores de cómic al llegar a cierta edad. Trondheim, con los 40 recién cumplidos y con el Gran Premio de Angoulême de 2006 en el bolsillo, piensa que es probable que, a partir de entonces, para él también todo vaya cuesta abajo…

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Empecemos por el final: no hay un dictamen claro. Trondheim piensa por su cuenta, se fija en los más grandes y no saca conclusiones unívocas: ¿Por qué Franquin se agotó y Uderzo o Moebius han seguido hasta casi el último aliento? ¿Es cuestión del tipo de tebeo al que cada cual se ha dedicado, de la editorial, de personalidad, de mentalidad…? En sus indagaciones también pregunta a colegas, entre los que está Berberian, que se cachondea de él al recordarle que los dibujantes, al cabo, no son tan especiales:  «También puedes hacer un álbum sobre ¿por qué los panaderos envejecen mal? Y otro, ¿por qué los carniceros envejecen mal? Es un concepto genial… La colección ‘Envejecen mal’«.

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A pesar de lo disperso que se muestra -nada que reprochar: esto no es un ensayo académico-, Trondheim crea un tebeo de lectura casi obligatoria no solo para creadores de cómic, sino también para aficionados interesados en conocer las tribulaciones por las que atraviesan quienes tantas buenas horas les hacen pasar. Decíamos mal en lo de que no hay una conclusión, pues una vez hecha la introspección, el camino queda claro: «¡Hay que seguir trabajando!».

‘Blotch’, de Blutch

Si el tebeo español a veces parece una comunidad de vecinos, el francobelga, a pesar de su lustre, no deja de ser también un pueblo en el que también todo el mundo se conoce. Así que no es de extrañar que el último protagonista que aquí traemos, Blutch (Estrasburgo, 1967), aparezca también en ‘Diario de un álbum’. Es más, es el compañero de estudio con el que Berberian comparte penas.  El autor de cómics como ‘Peplum’ o ‘La luna al revés’ tiene otro punto en común con el dúo Dupuy y Berberian y con Trondheim: fue Gran Premio de Angoulême en 2009. Y, aunque en un tono completamente distinto, también tiene un tebeo que habla sobre el noble oficio de dibujante. Se trata de ‘Blotch‘ (edición original en 2000; publicado en España por La Cúpula), una recopilación de las historietas protagonizadas por un dibujante de principios del siglo XX que trabaja para el periódico ‘Fluide Glacial‘ (el mismo nombre que la revista satírica donde se serializaron, la referencia es más que obvia).

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Con la distancia que supone ambientar la acción en otra época, aquí la reflexión deja paso a la mordacidad y la sátira, de la mano de un personaje deleznable que es capaz de vender a su abuela con tal de alcanzar la fama y gloria. Blotch se considera el Rubens de las viñetas de prensa y el guardián sacrosanto de su esencia y moralidad. En su retrato de este tipo mezquino, Blutch lanza dardos contra uno de los grandes males del artisteo: el ego desencadenado y, como su derivada, la envidia insana. En las páginas de este álbum hay muchas risas, sí, pero también una especie de aviso a navegantes: una cosa es creérselo y otra ser un creído.

‘Diario de un álbum’, ‘Desocupado’ y ‘Blotch’ son tres álbumes fruto de la reflexión de cuatro autores francobelgas de una misma generación acerca del mundo de la historieta. Son tres títulos que, en cierta medida, igual que hicieron sus creadores, dialogan entre sí y ofrecen un sincero retrato de la profesión y de la industria. Fruto de un ejercicio de desahogo, y a pesar de contar ya con unos cuantos años a sus espaldas, siguen conformando tres lecturas apasionantes que arrojan una reveladora luz sobre el muchas veces idealizado oficio creativo.