Abandonad toda cordura. ‘Wet Moon‘ (ECC Ediciones), de Atsushi Kaneko, es un viaje a los límites del entendimiento. Bajo la apariencia de un manga de género negro, con su crimen y su chica desaparecida, esta historia es un esperpéntico tour en el que el lector nunca sabe de qué lado está. No pasa nada. Lo mejor es dejarse llevar y adentrarse sin frenos en una obra en el que la ambientación tiene casi tanto o más peso que la trama.

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En el cóctel de ‘Wet Moon’ los ingredientes están agitados y mezclados con elegancia: detective obsesionado, chica a la fuga, viajes a la luna, vedette con parche, cabarets clandestinos, huevos fritos, Buñuel y Méliès. Nada es lo que parece, pero hay un punto de partida. Estamos en el Japón de los años 60, poco antes de que Estados Unidos coloque a un hombre en la luna. El pobre detective Sada, casi un novato, se ve envuelto en el caso de asesinato de un ingeniero que participa en un misterioso y secreto programa espacial del gobierno japonés. La culpable parece ser Kiwako Komiyama, la secretaria de la empresa en la que trabajaba el fiambre, a la que Sada consigue acorralar. Pero entonces… Un rayo, un golpe, y Sada despierta tiempo después en la cama de un hospital con un fragmento de metal incrustado en el cráneo y una única obsesión: atrapar a esa mujer.

Esa inquietante pieza metálica que Sada lleva alojada en el cerebro no solo va a producir alucinaciones al pacato policía. El lector tampoco sabrá distinguir si lo que ve es realidad o pesadilla, si la trama transcurre por los senderos de la cordura o por la aparente locura del detective. A esta indefinición de fronteras contribuyen los escenarios y atmósferas en los que transcurren los hechos, principalmente «la cara oculta de la Tierra», una zona de cabarets y clubs nocturnos en la que proliferan extraños personajes, como el confidente Tamayama, el bulboso alcalde de la localidad o la ladina Ruri.

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En este ambiente sórdido y espeso, en el que suenan desenfrenadas trompetas y las vedettes mueven sus pezoneras a ritmo de mambo, se cuelan con la mayor naturalidad dos iconos perfectamente reconocibles: las hormigas de ‘Un perro andaluz’ de Luis Buñuel y el cohete del ‘Viaje a la luna’ de George Méliès. Estas referencias encajan a la perfección en un manga que, sin dejar de serlo, tiene aires de cómic underground occidental. Todo ello con un dibujo pulcro, con un negro poderoso y puntuales destellos de color, y una narrativa que contribuye a la desazón general que ya de por sí causa el asfixiante argumento.

En ‘Wet Moon’, Atsushi Kaneko juega fuerte. No es un manga fácil, ni apto para los que prefieran seguir caminos racionales. Sin embargo, más allá de las febriles andanzas del detective Sada, que pueden convencer más o menos al lector según su querencia por lo extraño, es imposible no caer rendido ante la capacidad de Kaneko para transmitir sensaciones insanas. La historia completa ocupa solo tres tomos, de manera que el riesgo que corre quien se acerque a este manga es escaso en cuanto a inversión y tiempo, en el caso (raro) de que no quede satisfecho.

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Esta es la primera obra de Atsushi Kaneko editada en España. Recién descubierto aquí, en cambio tiene bastante reconocimiento en Francia, donde se le ha editado, además de ‘Wet Moon’ (nominada a los premios del Festival de de Angoulême 2015), ‘Soil‘, un drama criminal. Su otro gran título es ‘Bambi and Her Pink Gun‘, un manga con una pinta alocadísima, en solo seis tomos, protagonizado por una adolescente de aires punk. Ojalá ECC Ediciones se anime a traerlo por estos lares, porque parece tener todos los ingredientes para ser un éxito.