Planeta Tierra cosechó en su momento buenas críticas, pero tuvo una repercusión comercial escasa. Reivindicamos este título y a su autora, la alemana Aisha Franz
El ciclo editorial es cruel. Cada mes salen cientos de cómics nuevos y reediciones (más de 350 títulos en mayo de 2022, por ejemplo), novedades que sepultan en las librerías a otras obras que apenas llevan unos días a la venta. Hay de todo, claro: los que sobresalen por su calidad y/o por ganarse el interés del público, e incluso aquellos que a veces que ni lo uno ni lo otro, pero son una apuesta editorial y la empresa asume dejarse pelos en la gatera con ellos, se mantienen vivos en el fondo de las librerías y en el catálogo de las editoriales. El resto, al purgatorio de los tebeos, donde conviven obras magníficas con otras que, aunque esté mal decirlo, ya están bien ahí.
Salir de ese purgatorio es complicado y lo normal es precipitarse al infierno del reciclaje; la industria del papel está muy necesitada de pulpa. Un final digno, teniendo en cuenta que algunos hacen escala previa (muchas veces sin conocimiento de los autores) en el ignominioso círculo de los saldos.
Camino de la destrucción iba Planeta Tierra, una novela gráfica de Aisha Franz (Fürth, Alemania, 1984) publicada por La Cúpula en 2014. Así lo explicaba Natalia Mosquera, su editora: «Hay libros que salen en el momento equivocado, que se adelantan a su tiempo. O que salen en el momento ideal… pero a la vez que otros cuantos miles. Hay libros que son maravillosos pero simplemente tienen mala suerte y pasan desapercibidos. Cuando alguno de estos factores se da, o se dan todos, y estos libros empiezan a ocupar demasiado espacio -un espacio por el que hay que pagar-, hay que destruirlos. Es el triste final de la mayoría de los libros, lamentablemente […] si confiáis en mi poco o mucho criterio, todavía podéis pedírselo a vuestro librero o pillarlo en nuestra web. Y disfrutarlo antes de que sea tarde».
En el criterio de Natalia confiamos, y la web de La Cúpula proveyó de Planeta Tierra, una novela gráfica a la que llegamos tarde, pero a tiempo. La autora se sirve de un elemento fantástico para narrar la vida de tres mujeres en distintos momentos vitales, todas bajo un mismo techo: una niña de 10 años que se asoma a la adolescencia y busca respuestas a dudas que no se atreve a preguntar a nadie; su hermana mayor, una adolescente que empieza a tontear con chicos y que ha decidido que ya es todo lo madura que hace falta para enfrentarse al mundo; la madre, separada y no demasiado joven, ni demasiado mayor, que no puede dejar de pensar en las decisiones que tomó en el pasado y que la han llevado a ser una aburrida ama de casa. Como testigo mudo de sus inquietudes, un alienígena al que la pequeña tiene escondido en su cuarto, cual E.T. pero en sieso Por cierto, el título original de la obra es Alien, que vete a saber por qué se tradujo como Planeta Tierra.
El planteamiento de Planeta Tierra le sirve a su autora para abordar la experiencia femenina en tres edades diferentes. En su momento, entrevistada por Elisabeth Casillas en Cactus, Franz comentaba que «el hecho de que soy una mujer haciendo comics con protagonistas femeninos no lo hace una obra feminista o femenina a propósito. Soy mujer y por eso prefiero hablar de mujeres, porque me identifico mejor con ellas. Pero el enfoque no es ése, por mi parte sólo quiero contar mi punto de vista». En 2020, aseguraba en otra entrevista que «no consideraría mis libros como libros feministas«. Más allá de las etiquetas, sí es posible interpretar esta novela gráfica en clave feminista, ya que desde su costumbrismo fantástico expone la frustración de tres mujeres ante un sistema que exige constantemente ser la mejor versión de una misma.
En lo formal, Franz opta por un dibujo a lápiz sucio. Para que nos entendamos, es como si en lugar de evitar pasar la mano por encima para no emborronarlo, la hubiera pasado con toda la voluntad de que el grafito impregnara cada poro del papel. Como para subrayar ese alejamiento de la pulcritud, opta por no usar calles, sino simples líneas de separación entre viñeta y viñeta. Ambas son decisiones muy conscientes que logran una atmósfera única, de cercanía e intimidad con las protagonistas.
¿Es Planeta Tierra una obra maestra? No, y que lo fuera sería extraordinario, porque Franz hizo este trabajo mientras era todavía estudiante. Sin embargo, sí es un cómic notable. Tiene aciertos magníficos, como que las tres protagonistas apenas coincidan en plano a lo largo del relato, o que los elementos fantásticos se muevan en una nebulosa de indefinición. Detalles que hacen de este cómic poseedor de ese toque especial que te dice que, como el tiempo ha confirmado, estábamos ante una autora con un gran futuro. De Planeta Tierra también habla bien su influencia, rastreable en autoras como Anabel Colazo.
¿Merece Planeta Tierra una segunda oportunidad? Sí. Primero, por su calidad; es además una obra a la que los años le han sentado bien. Segundo, para lanzar un mensaje a las editoriales para que se arriesguen a publicar los trabajos posteriores de Aisha Franz, como Shit is real, la historia de una ruptura traumática y sus consecuencias, o Work-Life-Balance, crítica al mundo laboral moderno. Ojalá lleguen y, esta vez sí, besen el santo.