Ciencia ficción y humor se dan la mano en La Tangente, un tebeo que sorprende una y otra vez, y que supone el debut de la aragonesa Izarbe Pajuelo
Los multiversos y las realidades alternativas están de moda, así que sería tentador decir que el polifacético escritor, guionista y dibujante Sergio S. Morán (Reus, 1984) ha creado su propio Todo a la vez en todas partes, peeeero… Resulta que La Tangente se empezó a publicar en 2021, varios meses antes del estreno de la película, por lo que, al menos en esta realidad, él golpeó primero. El cómic que ahora publica en papel Fandogamia comenzó a serializarse como webcómic en la propia plataforma del autor, ¡Eh, tío!, y surgió de la colaboración de Morán con la dibujante Izarbe Pajuelo (Jaca, 2001), a modo de prácticas de Ilustración en la Escuela de Artes de Zaragoza. Un encuentro, a la luz del resultado, más que providencial.
Es mucho más fácil resumir de dónde surge La Tangente que explicar qué es La Tangente. Vamos a intentarlo sin matar su encanto, que reside en la sorpresa. De primeras, conocemos a Art, Ed y Trix, un grupo de ladrones internacionales especializados en robar pan. ¿Por qué pan? Porque estamos en un mundo distópico en el que una megacorporación se ha hecho con el monopolio de la masa madre y, por tanto, de este alimento básico. Entre escenas propias de Misión Imposible y una cantidad asombrosa de juegos de palabras que harían enfermar a un celíaco con solo leerlos, la historia es tan dinámica y original que atrapa sin remedio…
Pero, ¡catacrack! Ahora esto es una historia sobre una guerra en un mundo submarino. Cuando no dejas de asombrarte de cuántos chistes se pueden hacer por página sobre agua y peces… ¡Pum! Ahora este cómic trata de una revolución en un reino oriental poblado por peludos seres antropomórficos.
Hasta el infinito
Con este planteamiento, que incluye una nave espacial y un perrete parlanchín, es imposible aburrirse. Morán (El Vosque, Enseñanza Mágica Obligatoria) tiene oficio de sobras para dar con el justo equilibrio entre acción y diversión, e incluso se permite romper la cuarta pared para bromear sobre sus propias ocurrencias. Si el guionista aporta la experiencia, la dibujante pone la frescura. La publicación semanal de cada entrega, a lo largo de casi dos años, permite ver su evolución conforme la historia avanza. El formato original marca también el ritmo de lectura, ya que cada página funciona como una unidad y, por tanto, contiene una buena dosis de información, lo que hace aconsejable tomarse el viaje con calma.
Aunque comparar está feo, y además argumentalmente se parecen como un huevo a una castaña, la originalidad y desvergüenza de La Tangente traen poderosos recuerdos de obras como Chew, de John Layman y Rob Guillory, o como By Nigth, la incursión en la ciencia ficción de John Allison. Con estas referencias, si uno lo piensa, esto solo lo podía publicar Fandogamia, así que los seguidores de su catálogo ya saben a qué atenerse.
La Tangente, de Sergio S. Morán e Izarbe Pajuelo
Fandogamia. Rústica, 96 pág., color
15 euros