Herr Seele, en la inauguración de su exposición en Zaragoza. De fondo, sus pinturas. Foto: Salón del Cómic de Zaragoza.

Alto, elegante, culto y con maneras de genio. Herr Seele (Bélgica, 1959) fue una de las estrellas del pasado Salón del Cómic de Zaragoza. Traía bajo el brazo ‘Cowboy Henk‘, un tebeo de referencia en Flandes, por fin editado en España a todo trapo por Autsaider Cómics. Su obra pictórica fue además objeto de una cuidada exposición en la Galería Carolina Rojo, lo que da idea de que este autor transita caminos en los que arte y cómic se cruzan.

Desde 1981, junto al guionista Kamagurka, Herr Seele ha dado vida a Cowboy Henk, un personaje que trata de ser una respuesta revolucionaria y absurda a la rectitud y racionalidad de Tintín. Icono popular en su tierra, con variopinta trayectoria editorial en otros países, en 2014 ‘Cowboy Henk’ recibió el Premio del Patrimonio en el Festival de Angoulême y entró de manera oficial en el Olimpo del tebeo. Sin embargo, a través de esta entrevista que nos brindó en la presentación de su exposición en Zaragoza, queda claro que Herr Seele no está muy en sintonía con las tendencias actuales del cómic.

¿Cómo se siente en la tierra de su admirado Buñuel?
Es un gran honor. Luis Buñuel es una de nuestras mayores influencias. En la actualidad sus películas ya no se ponen en televisión, así que estoy buscando un dvd que contenga toda su filmografía. La semana pasada me vi ‘El Bruto’, de su periodo mexicano, que es una gran obra maestra. Amo por encima de todas tres de sus películas: ‘El fantasma de la libertad’, ‘Ese oscuro objeto de deseo’ y… No recuerdo ahora el nombre, pero son las tres últimas películas que rodó [se refiere a ‘El discreto encanto de la burguesía’], lo que demuestra que al final de su vida hizo un gran esfuerzo creativo. A principios de siglo había rodado ‘Un perro andaluz’, ‘Las Hurdes, tierra sin pan’, y de ahí se fue a México y luego tuvo un fantástico periodo francés con Jean Claude Carrière. Nos encantaría hacer un cómic con Carrière, porque nos sentimos muy cercanos al surrealismo. Así que estoy muy contento de estar en Aragón, la tierra de nacimiento de un genio como Buñuel. También Dalí y Picasso son dos grandes influencias para mí. Mi madre también era artista, y cuando yo tenía 10 años dejó nuestra casa para viajar a España y ver el Museo Picasso en Cataluña. Creo que Picasso es una gran influencia para los cómics.

¿Cuál cree que es la razón por la que ‘Cowboy Henk’ ha sido un cómic de éxito durante tantos años?
No siempre ha sido un éxito. Nuestro primer libro vendió 20.000 copias…

Bueno, vender eso ahora en España sería un bombazo…
Lo sé. Estamos además muy contentos con la edición de Autsaider, es fantástica y supone el más bello libro que nos han editado jamás. En la actualidad, en Flandes vendemos entre 5.000 y 8.000 copias de cada libro que publicamos. No es mucho comparado con los grandes éxitos del cómic francobelga, pero nos gusta mantenernos en el ‘underground’. No queremos ser ‘overground’ ni ‘mainstream’, estamos donde queremos estar. Siempre hemos sido un poco revolucionarios. ‘Cowboy Henk’ se ha publicado en la revista Hara Kiri, una gran escuela de dibujantes franceses, y en la revista Raw de Art Spiegelman y Françoise Mouly. También en otros magazines como el francés Fluide Glacial, y en Alemania, que es un mercado muy difícil…

Puede decirse que es un pequeño triunfo internacional.
Sí, pero siempre dentro del circuito del ‘underground’. Nosotros llamamos a ‘Cowboy Henk’ el último de los héroes del cómic. Sigue la tradición de los héroes del cómic del siglo XX, que se inició con ‘Yellow Kid‘ de Richard F. Outcault , ‘Nancy‘ de Ernie Bushmiller, ‘Powerhouse Pepper’ de Basil Wolverton… En general, nos gustan también todos los cómics estadounidenses de los años 30, muchos anónimos, y el ‘Batman‘ de los años 40 y 50. También amamos el ‘Krazy Kat‘ de George Herriman y el ‘Popeye‘ de Segar. Nosotros nos movemos en esta tradición, y asimilamos obras posteriores, como las de Robert Crumb o Bill Griffith, cuyo ‘Zippy‘ es uno de los gigantes del absurdo. Nos encantaría hacer una exposición conjunta de ‘Cowboy Henk’ y ‘Zippy’, porque son obras muy similares.

Cowboy Henk es un personaje polivalente que puede protagonizar todo tipo de historias.
Eso se ha convertido cada vez en algo un poco más difícil. La revista en la que se publica no admite la pornografía. Pero, ¿qué es hoy pornografía? En cualquier caso, ahora metemos algo menos de sexo en nuestras páginas y, si lo hacemos, es al modo norteamericano. Cuando publicamos en Raw, Art Spiegelman nos mandó una carta en la que nos dijo “nada de pollas, tetas o coños”, y eso que era una publicación de vanguardia. Así que es lo que hacemos, hemos cambiado un poco nuestra forma de trabajar.

Se puede dibujar una muerte espeluznante pero no una escena de sexo…
Podemos hacer una erección matutina de Cowboy Henk, pero no lo podemos dibujar practicando sexo en público o con un caballo. Es un poco complicado. Pero creo que si el chiste es realmente bueno, nos lo publicarían. Todo depende del chiste. En cualquier caso, no podemos hacer bromas sexistas ni racistas. Es una línea que no podemos traspasar. Sin embargo, nos gustan las mujeres sexys, las ‘sex boom’ de los sesenta, porque funcionan muy bien en comedia. Y Cowboy Henk tiene algo de machista, porque es una figura muy masculina, como la figura del ‘macho’ en las películas de Buñuel. Es algo pasado de moda que tiene su gracia; son dos estereotipos graciosos.

¿Cowboy Henk es una respuesta revolucionaria a Tintin?
Cowboy Henk es un Tintín crecido. Tintín es un niño, que igual tiene 40 años, pero se comporta como un eterno adolescente. Cowboy Henk es un ‘freak’ y un perdedor. Tintín no es un ‘freak’, pero al fin y al cabo también es un perdedor porque no ha tenido sexo en ninguna de sus aventuras. Cowboy Henk será un perdedor, pero por lo menos ha estado con un montón de bellas mujeres. En lo ideológico, Tintín viene del fascismo, mientras que Cowboy Henk está al otro lado, sería un anarquista.

¿Odian a Tintín?
Sí, no nos gusta. Me gustan los dibujos, los diseños… Tintín es extremadamente estético, pero no es monumental. En cambio, nuestro cómic es más parecido al arte, es como una iglesia hecha por maestros del Gótico. Tintín tiene similitud con el cine, mientras que nosotros somos como pintores expresionistas y surrealistas… Aunque también se puede decir que en Tintín hay surrealismo, porque sus aventuras son irreales.

¿Usted se siente más cercano al arte que al cómic?
Vengo de una familia de artistas. Mi madre fue una gran artista, mi abuela fue pintora, mi hermano también… Amamos la pintura y amamos los cómics, porque al fin y al cabo la revista donde publicamos es como una galería de arte, que permite exponer lo que hacemos a mucha gente.
Me gusta lo que dijo Stan Laurel, de Laurel y Hardy [El gordo y el flaco]: “La estupidez no es suficientemente buena, tienes que ser más estúpido que un estúpido”. Eso es lo que tratamos de hacer, y los cómics son un buen medio para ello. Creo que tengo dos caras, como todo el mundo: un lado serio, que muestro en el arte, y un lado cómico, que muestro en los tebeos. Estoy buscando una especie equilibrio, porque quizás según me hago mayor me siento más cercano al arte. Estoy buscando un lenguaje propio que no use la forma del cómic. Si miras los Desastres de la Guerra de Goya, son muy cercanos al cómic, no se aprecian muchas diferencias con el lenguaje del cómic… Por cierto, soy Aries, el mismo signo del zodiaco que Goya y Van Gogh. Es típico de los Aries que les guste dejar atrás su casa y buscar la inspiración en otro lugar. También es típico de nuestro signo buscar la originalidad.

El humor de ‘Cowboy Henk’ es muy particular, pero a la vez es tremendamente universal.
Es una manera de pensar, de vivir.  Nosotros hablamos del ‘cowboyhenkismo’, un ‘ismo’, una manera de estar en el mundo que puede entender cualquiera, igual que el surrealismo gusta a los niños pequeños. Creo que hay muchas reglas en nuestra sociedad, y es bueno hacer lo contrario, no seguir las normas. Nuestra sociedad es como un ‘collage’, cosas que van juntas sin realmente encajar. Necesitas el absurdo para sobrevivir en este contexto, es muy similar a una religión a la que aferrarse.

¿Cómo es el proceso de trabajo con Kamagurka? ¿Alguna vez usted se queda pensado ‘¿Qué demonios me ha escrito?’?
En realidad solemos concebir las historias de forma conjunta. Kama es más bien un poeta, y mientras que yo soy como un maestro gótico. Yo intento que los cómics sean muy claros, un poco en línea con lo que hacía Hergé. Los cómics tienen que entenderse. A veces Kama escribe solo, otras lo hacemos juntos. En este último caso, somos como dos niños pequeños, hacemos cosas más extremas, porque buscamos sorprendernos el uno al otro.

¿Alguna vez han tenido problemas con ‘Cowboy Henk’?
Si te refieres a la hora de crearlo, no. Nunca hemos tenido un bloqueo creativo. Soy incapaz de hacer chistes, soy una persona muy seria, pero Kama sí puede. Y yo, aunque sea un tipo serio -¡soy afinador de pianos!-, en realidad desprendo mucha comicidad a mi pesar. ¡Es trágico! Y las mejores obras son las tragicómicas, como el Quijote de Cervantes

En realidad, quería preguntarle por si sus historietas han encontrado alguna vez el rechazo del público.
En estas más de tres décadas de ‘Cowboy Henk’ nos hemos encontrado con padres que que arrancaban nuestra página de la revista Humo, donde se publicaba, antes de dejársela a leer a sus hijos. Y por supuesto, han llegado muchas cartas…

Durante la presentación de la exposición, ha dicho que no le gusta la novela gráfica ¿Por qué?
No la encuentro interesante. A mí me gusta la alta literatura. Kafka, Dostoievski, los grandes clásicos… Y creo que en los cómics la calidad de la escritura no está a la altura. Muchos artistas de cómic quieren hacer literatura, y no son buenos escribiendo. Yo tengo la suerte de tener a mi lado a Kama; es el mejor escritor de chistes del mundo, pero no tanto en historias largas. Además, muchas novelas gráficas tratan de temas relacionados con la angustia juvenil, y no estoy interesado en esto.

El público del Salón del Cómic de Zaragoza pudo disfrutar de las cuidadas dedicatorias de Herr Seele en sus libros.

¿Prefiere entonces los cómics ‘mainstream’ a lo que se entiende por novelas gráficas?
Creo que los cómics del siglo XX son mejores que las actuales novelas gráficas. John Steinbeck, el ganador del Premio Nobel de Literatura, dijo que lo único que se salvaba del siglo XX era ‘Krazy Kat‘ de George Herriman. Es un tebeo maravilloso, y hay muchos cómics de esa época fantásticos. Ni siquiera me acaba de gustar el ‘underground’ americano, no me gusta mucho Robert Crumb, ni el ‘Maus‘ de Art Spiegelman. Me gusta Spiegelman como director de arte, pero no su libro, no es un gran cómic si lo comparas con los cómics de la década de 1920. Esos son los verdaderos grandes cómics, después, con la irrupción de Disney y demás, los tebeos se volvieron muy comerciales y perdieron interés.

En España es muy habitual preguntarle a los dibujantes de cómics si su trabajo les da para vivir. ¿Es su caso?
He trabajado en esto por muy poco dinero durante treinta años. Al principio, en el periódico donde se empezó a publicar ‘Cowboy Henk’ como tira en 1981, cobrábamos unos 12 euros al día cada uno. Cuando al año y medio pasó a publicarse en Humo, allí hacíamos una página semanal, y vivíamos con 1.005 euros al mes con mi mujer; no era mucho dinero, pero nos permitía ser independientes. Cuando Humo tuvo problemas, nos echaron, pero nos tuvieron que repescar porque en Flandes somos un icono, una institución. Ahora cada semana hago una página de ‘Cowboy Henk’ y además una viñeta política. Recibo 500 euros por cada una, así que cobro 1.000 euros a la semana, un total de 4.000 euros al mes, que no está nada mal. En los tiempos difíciles tuve que hacer trabajo para publicidad, ahí también se ganaba dinero, pero ahora el mercado publicitario ha colapsado. Entonces siempre tenía que hacer algo más para llegar a fin de mes…

Como afinar y restaurar pianos, que es su otra profesión…
En realidad los pianos me cuestan un dineral. Mi colección de pianos va a ser mi regalo a la sociedad belga, para que se haga un museo en Ostende, mi ciudad.