El actor y activista George Takei traslada a la novela gráfica ‘Éramos el enemigo’ su experiencia en los campos de concentración donde EE.UU. recluyó a 120.000 japoneses americanos

“Eso solo puede pasar en los Estados Unidos”, afirma George Takei en una visita a la casa museo del presidente Franklin Delano Roosevelt. El actor, famoso por su papel del timonel Sulu en la Enterprise, la nave de Star Trek, recuerda que el mismo mandatario que sacó al país de la Gran Depresión desde una visión social, fue quien, en 1942, después del ataque de Pearl Harbour, firmó la orden de internamiento en campos de concentración de miles de japoneses americanos. Pasarían décadas, demasiadas, hasta que Estados Unidos pidiera perdón por esta siniestra decisión. En todo caso, el Gobierno terminó por disculparse, algo que para Takei habla de la grandeza de la democracia de su país.

‘Éramos el enemigo’ es un relato autobiográfico de la infancia de Takei en un par de esos campos de concentración para americanos de ascendencia japonesa. Con Pearl Harbour y la consecuente declaración de guerra, los japoneses establecidos en el país, con independencia del tiempo que llevaran o de su situación legal, fueron víctimas de una campaña de odio que terminó por materializarse en su deportación a centros de internamiento. Para Takei y sus hermanos pequeños, cruzarse el país en tren y acabar metidos en establos o barracones era casi como un juego. Para sus padres, una auténtica pesadilla y humillación.

A lo largo de la obra vemos cómo la moral de los adultos se va minando con la reclusión, pero también con pequeños detalles cotidianos, como la imposibilidad de cocinar su propia comida; “una más de las formas de cuidar a su familia que le habían arrebatado”, señala Takei en referencia a su madre.

Muchas manos, una voz

George Takei es actor, pero también un visionario a la hora de aprovechar su fama para las causas sociales. Por eso, como explica en el epílogo, consideró que el cómic, por su facilidad para llegar a un público amplio, era la herramienta adecuada para contar su historia y la de tantos otros japoneses americanos. Se apoya para ello en los guionistas Justin Eisinger y Steven Scott y en la dibujante Harmony Becker, cuyo efectivo estilo aporta un ligero toque oriental a la historia. ‘Éramos el enemigo’ es a todas luces un producto diseñado para entrar en el circuito de bibliotecas, sin que esto sea algo negativo, todo lo contrario.

Estamos ante una novela gráfica que interesa por el tema, bastante desconocido por nuestros lares, pero también por su excelente ejecución y por su capacidad para sintetizar una historia compleja a través de las emociones de la familia protagonista. Es admirable cómo Takei (que -eso sí- se presenta a sí mismo como un adalid de los valores estadounidenses) no esquiva los asuntos más difíciles y recuerda que lo mismo que les pasó a los japoneses americanos hace casi 80 años sigue ocurriendo en muchas partes del mundo… y también en Estados Unidos.

Éramos el enemigo, de George Takei, Eisinger, Scott y Becker

Planeta Cómic, rústica, b/n, 232 págs., 25 euros.

Traducción de V. M. García de Isusi