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Spirou y Fantasio. Integral 1980-1983‘ (Dibbuks) recoge una de las etapas más convulsas en la trayectoria editorial del botones más famoso del cómic europeo. El trabajo de Nic y Cauvin, sin duda, no está entre los favoritos de los aficionados, y la introducción del tomo, en un alarde de sinceridad poco habitual, así lo señala. Y a pesar de todo… Los tres álbumes completos que incluye este integral son una lectura amena y simpática, y ofrecen una versión tan distanciada el canon fijado por Franquin, el autor que ideó la mayor parte del universo de esta serie, que casi podrían calificarse como las historias de ‘otro’ Spirou.

La documentada introducción de ‘Spirou y Fantasio. Integral 1980-1983’ explica que «los episodios dibujados por Nic Broca forman parte sin duda de uno de los periodos más agitados de toda la historia de la serie […] las ediciones Dupuis propusieron a sus fieles lectores una visión del personaje totalmente desconectada de todo aquello cuanto había propiciado su éxito anteriormente, lo que provocó una avalancha de críticas sin precedentes». ¿Qué pasó? Después de que Franquin abandonara la serie, Fournier la retomó respetando el espíritu de su predecesor… Sin embargo, la editorial no le veían capaz de mantener el ritmo, y decidió de forma subrepticia sustituirlo por un nuevo equipo.

El recién llegado dúo creativo empezaba lastrado: Nic Broca venía de la animación y no formaba parte del equipo de la revista Spirou, así que era mirado con malos ojos tanto por los compañeros como por los aficionados, que consideraban su estilo demasiado plano; por su parte, Raoul Cauvin se encontró con un problema morrocotudo, ya que los jefes decidieron que no podía usar en sus guiones el universo creado por Franquin. Este era, por obligación, un Spirou totalmente diferente al clásico. Pero aún hay más: Tome y Janry, jóvenes y desprejuiciados autores, presentaron a Dupuis su propia historia del botones, que gustó mucho más y se publicó casi a la vez que la versión de Nic y Cauvin. Un auténtico lío.

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En este tomo, el desconcierto queda patente sobre todo en el material inédito, con dos olvidables historias cortas que sirvieron para presentar  poco a poco a Broca a los lectores de la revista Spirou. Los álbumes completos que integran el tomo son ‘El cinturón polar‘, ‘La caja negra‘ y ‘Los silenciadores‘. En ellos, Spirou y Fantasio parecen surgidos de la nada, ya que ni están en Champignac, ni tienen a su lado al Conde ni enfrente a Zorglub. Son protagonistas limpios de pasado, con su acentuada personalidad como único vestigio; recuerda, vagamente, al modelo de los cómics del Pato Donald. La acción se desencadena por la aparición de tres nuevos personajes, los científicos Jefferson, Borris y Karl, cuyos inventos serán codiciados por una misteriosa organización criminal.

Si bien el primer álbum, ‘El cinturón polar’, resulta chocante por esta descontextualización, en los dos siguientes, donde los artefactos de los tres inventores siguen siendo el hilo conductor, las aventuras ya están más engranadas. En todo caso, aunque son entretenidas y dignas, siguen lejos de llegar a la altura del legado de Franquin.

‘Spirou y Fantasio. Integral 1980-1983’ es un tomo que marca la frontera entre el Spirou de Franquin y su seguidor Fournier y el de Tome y Janry. Es un volumen que todo coleccionista debe tener (¡la edición es primorosa!), sobre todo en previsión de que Dibbuks acabe por publicar el resto de integrales de la colección. Sin embargo, para el lector que se esté iniciando en Spirou, resultará más interesante acercarse a los grandes clásicos, descubrir al personaje a través de ‘El botones de verde caqui‘ o esperar a la próxima publicación del álbum nº51, ‘La amenaza de los zorquetes‘.