Ciencia ficción, misterios victorianos, narradores árabes… Fabien Vehlmann ( Mont-de-Marsan, 1972) es un guionista francés que toca todos los palos. Su última obra publicada en España es ‘Green Manor’, una excelente colección de historias criminales. En el mercado se pueden encontrar otros títulos firmados por él que nos muestran su versatilidad y buen dominio en la escritura de BD -porque Vehlmann se mueve en las coordenadas clásicas del cómic franco-belga-: ‘IAN’, ‘Los cinco narradores de Bagdad’ o ‘El marqués de Anaon’.

Iniciamos con ‘Green Manor’ un repaso a algunas obras de este autor, al que han llamado «el René Goscinny del tercer milenio«. No en vano ha sido elegido para guionizar las nuevas aventuras de un clásico como ‘Spirou y Fantasio’.

El mercado editorial ha querido que la primer serie que escribió Fabien Vehlmann sea la última que ha visto la luz por estos lares. ‘Green Manor‘ es una colección de relatos criminales dibujada por Denis Bodart. Fue publicada originalmente por capítulos en la revista ‘Spirou’, en álbumes entre 2001 y 2005 por Dupuis y  recopilada posteriormente en un integral, que Dibbuks sacó en España hace un año.

Este tebeo reúne «16 encantadoras historietas criminales», en las que el protagonista es el selecto Green’s Manor Club, en el que distinguidos caballeros británicos se dan cita para leer la prensa, tomar el té, fumar y esas cosillas que hacían los gentlemen de la Reina Victoria. Pero estos señores también eran mucho de matar a sus iguales, o por lo menos ese es el poso que dejaron escritores como Thomas de Quincey con su ‘El asesinato considerado como una de las bellas artes’ o Conan Doyle (personaje invitado en uno de los episodios).

En ‘Green Manor’ hay asesinatos, pero todos finos y elaborados minuciosamente. Como es característico en toda la obra de Vehlmann, casi todo parte de alguien que va a contar una historia. Muchos de las capítulos arrancan iluminados por la lumbre del hogar del club, al calor del que uno de sus socios expone un misterio a sus compañeros: ¿Puede haber un asesinato sin víctima ni asesino? ¿Se puede corromper a un alma noble si se le permite asesinar sin consecuencias? ¿Quién mató al doctor? ¿Y al juez? A veces, no hay que buscar al culpable y son los propios caballeros los que se proponen cometer un crimen de la forma más digna posible.

La estructura de historietas cortas de 7 páginas permitió que Vehlmann demostrara en su primera serie propia su habilidad como narrador. En poco espacio recrea el ambiente elegante, fija la situación  y va incrementando el interés hasta la sorpresa final. Todo ello trufado de un finísimo humor negro e ironía. Su mayor logro es conseguir que, más que surgidos de la mente de un francés del siglo XXI, sus relatos parezcan escritos por algún agudo literato británico de la época. Contribuye a recrear esta atmósfera el excelente dibujo del belga Bodart, clásico, comedido y efectivo.

Comentario aparte merece la excelente edición de Dibbuks, en un álbum que aparenta ser un viejo volumen encuadernado en piel y a un precio bastante ajustado (24 euros) para lo que ofrece.